Siempre he oído hablar de estudios sobre calidad de vida, sé que es algo que se puede medir, que conforme más se tiene, mejor se vive. Así fue la primera impresión acerca de la calidad de vida, luego, a través de diferentes conversaciones, descubrí que era una razón de dinero. Por lo que alguien que tiene muca calidad de vida es aquel que tiene todas las comodidades y puede hacer uso del dinero sin problemas para hacer cualquier cosa. Así fue mi primer pensamiento sobre el asunto. Pero rápidamente me di cuenta de mi profundo error.
Poco a poco inicié mi búsqueda de la calidad de vida, ignorando la información que tenía de antes, la gente que decía que tenía y la que no. Decidí que era algo personal, ya que si la definición de persona es que es un ser único e irrepetible, ¿porqué no algo tan personal no podía serlo también?
Para encontrarla primero tenía que analizar mi vida, ver en que consistía y pude ver que tenía demasiadas tareas, que siempre tenía un calendario y una agenda repletas que iban acompañadas del factor tiempo, el cual parecía que cada vez desaparecía más rápido, y que las horas del día mentían y eran menos. El cansancio crecía con cada segundo y parecía que tenía siglos. Y fue bañándome en el mar donde decidí parar, tener la mente en blanco y hacer silencio. Y fue ese silencio ruidoso que escuchas cuando buceas en el mar el que me dejo escuchar. Desde siempre he tenido ideas claras sobre lo que es lo importante y/o urgente, sobre la importancia de la organización y del trabajo afectivo. Pero no conocía lo que era el equilibrio interior, ya que muchas veces se vive tanto "hacia fuera", hacia los demás que olvidamos mimarnos por dentro. Y con esto me refiero a la importancia que tienen los hobbies o pasar tiempo a solas con una misma, para escucharnos, para encontrar ese equilibrio interior repleto de verdadero silencio.
Tras la meditación a cerca del sentido que cobrara para mí lo que era la calidad de vida, varios cafés pensando sobre cómo mantenerla y algún que otro cigarrillo de por medio... me di cuanta de que la calidad de vida era una manera más o menos acertada de llamarle a la felicidad. Considero ahora que tener calidad de vida es relativizar aquello que nos imponen como urgente y/o importante, para dejarnos asombrar por las pequeñas cosas de la vida. Es la capacidad de aceptar que podemos fallar, poder aderezar nuestra vida con el asombro y con pasión, ya que sin amor por ella, pierde algo de sentido. Alguna vez escuche a algún sabio "no vivas en el futuro sin antes estar en el presente". Esta frase me iluminó bastante, ya que, sobre todo ahora, vivimos con vistas a la semana que viene, a lo que haré en navidades, a dónde me voy a ir de vacaciones este verano, a qué haré cuando acabe la carrera, dónde y cómo me gustaría trabajar, qué pasará cuando tenga hijos... No me malinterpreten, no quiero decir que tener una previsión de futuro esté mal, al contrario, la recomiendo. Pero siempre y cuando sea un viaje pasajero a través de la imaginación y no nos perdamos lo que tenemos delante, ahora. Y creo que este es un buen indicador para saber si tenemos calidad de vida. Por eso me preocuparé cuando deje de darme cuanta de que ya han salido las primeras margaritas o han comenzado a caer las hojas por el otoño.
Dedicado a mi abuela, la cual me enseño la importancia de las margaritas...
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